Con altibajos, el teatro porteño ha logrado mantenerse a flote durante casi doscientos treinta años, superando las pruebas a las que fue sometido por la inestabilidad social y política que surcó la historia de nuestro país. Desde el primer teatro llamado Casa de comedias, creado en 1783 hasta la actualidad, el crecimiento y la evolución teatral en Buenos Aires ha estado íntimamente ligada a la realidad histórica del país.
Durante los diferentes períodos históricos, el teatro fue un reflejo de la realidad política argentina. El gran afluente de inmigrantes contribuyó a la gesta de una cultura cosmopolita, que se veía reflejada en las expresiones artísticas. Sin embargo, fue una obra autóctona gauchesca en figurines, ‘Moreira’, la primera en ser llevada a las tablas.
En 1930, con la fundación del Teatro del pueblo, nació el teatro independiente como contrapartida al comercial, que generalmente estaba respaldado por las clases dirigentes o de poder. El movimiento ayudó a que surgieran nuevos autores locales, quienes enriquecieron el paisaje teatral porteño.
Otra de las formas que surgió obligada por el contexto social y político fue el ‘Teatro abierto’, creado en 1981 debido a la atmósfera represiva de la última dictadura militar. Los artistas fueron obligados a ejercer su profesión desde la clandestinidad y el anonimato, cambiando constantemente de lugar físico. Lo importante de este período es que el teatro no desapareció sino que incluso se fortaleció desde afuera del circuito comercial.
Actualmente, el teatro es una industria fuerte enriquecida con producciones extranjeras y propuestas heterogéneas. El espectador tiene un gran abanico de ofertas del que elegir, desde una producción de la grandeza de ‘El fantasma de la ópera’ hasta una producción barrial independiente, pero no por eso de menor calidad artística.
En los últimos años, desde que Mauricio Macri asumió la jefatura de Gobierno porteño, mucho se ha criticado y debatido alrededor de sus políticas culturales. Las voces en contra son muy fuertes tanto entre los actores y productores como entre los consumidores de la industria cultural. Una de las decisiones más criticadas fue el decreto 493/09, a través del cual se suspendieron las contrataciones de la segunda mitad de año, por lo que teatros como el San Martín, Alvear o Sarmiento corren riesgos de no poder cumplir con las funciones programadas para lo que queda de este año.
Las decisiones en cuanto a política cultural tomadas desde el Gobierno de Mauricio Macri han desembocado en marchas y generado un fuerte movimiento en su contra que se traduce, por ejemplo, en blogs creados especialmente para criticarlo. Sin embargo, gracias a la vocación de la gente de teatro y al interés social que generan las expresiones artísticas en el país, la actividad teatral no correrá nunca el riesgo de desaparecer. Sólo basta mirar al pasado para entender que el arte siempre encuentra la forma de adaptarse a las realidades adversas que se le presentan.
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lunes, 21 de septiembre de 2009
Resistencia del teatro porteño
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